sábado, diciembre 31, 2005

La Web del millón de dólares


Internet es un mundo nuevo, abstracto, complejo, diferente e incluso, ajeno a muchos de los habitantes actuales de nuestro planeta. Es un mundo que aún está en su más temprana infancia y del que quedan aún muchas cosas por explotar y descubrir. Prueba de ello es el hallazgo del joven inglés Pew.

¿Quién no recuerda aquellos hábiles internautas de los 80, e incluso de la década pasada de los 90, que resolvieron sus vidas gracias a su habilidad e ingenio en este ciberespacio que, si ahora está en su infancia, en aquel entonces, era pues, simplemente, un bebé? Aquellos cuya perspicacia y conocimiento premonitorio de este nuevo mundo les llevaron a la arriesgada tarea de adquirir dominios con los nombres de grandes compañías, que no hubieran logrado adaptarse, por aquel entonces, a las nuevas tecnologías, y, añadir contenido indeseable a las mencionadas webs con el fin último de lograr una compra, por parte de la empresa en cuestión, queriendo mantener su buena reputación digital; por un precio infinítamente mayor al verdadero valor del dominio, un precio que les convertiría en figuras célebres y recordadas en la red.

Muchos fueron, desde aquel entonces, los que quisieron probar fortuna especulando en este desconocido mundo; buscando la forma de volverse ricos de la noche a la mañana sin, como se dice en mi tierra, "dar un palo al agua"; pero pocos fueron los audaces genios digitales que consiguieran este objetivo, y el último, Pew.

Cuando parecía que nadie podría repetir la célebre actuación de los mencionados genios digitales de los comienzos, y, cuando parecía que los recursos para enriquecerse a través de la red eran escasos, o mejor dicho, inexistentes; el universitario inglés, Pew, ha irrumpido en el ciberespacio, como lo hacen los sofisticados mecanismos del ingenio de mentes despiertas como la suya, por la puerta grande. La idea de Pew, tan simple y carente de complejidad, insólita, sencilla, rozando incluso lo irrisorio o lo absurdo; fue, la división de su web en 1 millón de píxeles (medida de una imagen), los cuales serían vendidos por 1 dólar cada uno. Píxeles que deberían ser adquiridos en un mínimo de 100 unidades (10x10) y en los que se colocaría un anuncio del comprador; pues su fin era meramente propagandístico.

De todos los internautas que usan la red con una asiduidad mínima es sabido que, la publicidad web está siendo, sobre todo en las últimas fechas muy bien remunerada; pero nadie había fijado los extremos, y hoy parece que ellos mismos se acaban de fijar, desapareciendo.

La sencilla idea de Pew alcanzó su punto álgido tras apenas haber comenzado la subasta, y el pasado jueves ya había conseguido vender 943.300 bloques de su página web, restándole solamente 56.700 más por colocar. Lo más sorprendente fue la velocidad de los compradores y las rivalidades entre los mismos. Se están vendiendo a una media de 7.500 por día, comentaba el mismo dueño de la web, que a día de hoy ya es todo un referente en internet.

En definitiva, esta obra de Pew nos acerca más a la realidad internauta; un mundo, como ya dije, nuevo, desconocido y del que nos queda mucho que aprender, aunque pensemos que lo conocemos a la perfección. Un mundo que cuanto más lo vamos conociendo, más desconocido nos resulta y, en el que, podemos afirmar, con total seguridad, la publicidad cada vez juega un papel más fundamental.

Un saludo y feliz 2006,

Romén.


PD: La web en cuestión es: http://www.milliondollarhomepage.com/

sábado, diciembre 17, 2005

¿Ciencia ficción... o ciencia simplemente?


A lo largo de nuestra historia, la ciencia ficción, que ha sido plasmada en el papel por brillantes escritores y transportada a la gran pantalla por magníficos directores de cine, se ha intentado reproducir en nuestra sociedad. Mentes preclaras de la antigüedad como el escritor Julio Verne, apostaron en sus obras por viajes a La Luna en naves espaciales, viajes al centro de La Tierra, transplantes de órganos, o hablaron de televisores y de extraños aparatos electrónicos de toda índole. Y todo ello sin haber visto ninguno en vida, puesto que, por entonces, no existían.

Los humanos, hemos conseguido crear, años después, aviones, todo tipo de aparatos electrónicos como móviles u ordenadores, hemos llegado a La Luna o enviado sondas a cualquier parte de nuestro sistema solar, e incluso, recientes estudios avalan la posibilidad de que podamos modificar nuestro propio ADN. Lo realmente sorprendente es que gran parte de todos estos descubrimientos han tenido una base común. La ciencia ficción.

En esta breve introducción hemos pasado por alto una de las grandes invenciones con las que, desde hace siglos, hemos fantaseado e intentado construir los humanos. Los Robots.

Tras largos años de estudio de la Robótica y los esfuerzos de numerosas mentes pensantes por llevar a la realidad lo que fueran, en un pasado, alucinaciones fantasiosas y absurdas de célebres escritores y demás futuristas descerebrados, a día de hoy, el estudio de esta ciencia, que fuera considerada ficción tiempo atrás, está llegando a su punto álgido, y la creación y convivencia con estos androides anunciados desde mucho tiempo atrás, parece inminente, aunque a muchos escépticos les parezca irrisorio.

Recientemente, como de forma metódica anunció "EL País", la compañía japonesa Honda ha presentado la nueva generación de androides Asimo. El robot, desarrollado por Honda desde hace cinco años, aprendía a correr y evitar obstáculos hace ahora un año. Actualmente, la compañía nipona dice que su androide está preparado para trabajar en una oficina, ya sea recibiendo a las visitas o sirviendo refrescos a los empleados. La segunda generación de estos autómatas además les habilita para empujar un carro de 10 Kg. de peso mientras avanzan erguidos hacia adelante o hacia los lados. Estos alucinantes "humanos mecánicos" son, por si era poco, completamente capaces de llevar una bandeja a una mesa y servir cualquier tipo de bebidas. La nueva versión de Asimo es mucho más flexible y precisa e inclusive puede correr a una velocidad de 6 Km/h.

Asimo, como se mostró en el video de presentación, es completamente capaz de dirigirse a un invitado por su nombre y guiarle hasta su destino, siempre y cuando el visitante lleve una tarjeta identificativa, que sería un cirtuito integrado, con lo que el androide le podría reconocer y tratarle personalemnte. De la misma forma, estas tarjetas se podrían utilizar para dar diferentes instrucciones al robot, que gracias a sus sensores, muy avanzados, y a sus complejos sistemas de reconocimiento de voz e imágenes, entre otras tecnologías, logra realizar toda esta cantidad de acciones de forma completamente autosuficiente.


Pero no es Asimo el único androide que existe hoy por hoy, pues en la feria internacional de la robótica IREX, celebrada en Japón, se han presentado dos asombrosos androides cuyas prestaciones dejarían boquiabiertos a más de uno. Se tratan de Sora y Saya, y son los dos primeros seres metálicos que presumen de realizar trabajos de recepción (hoteles, congresos...). El primero funciona como un mostrador de información. Escanea tarjetas de visita y, si se le ordena, puede sacar fotografías o videos y posteriormente enviarlos por e-mail. En cambio, Saya, posee cualidades mas sorprendentes si cabe, pues, además de responder con claridad a las preguntas del visitante, su rostro, realizado con silicona, es capaz de gesticular, gracias a 18 puntos móviles situados en su cara artificial, mostrando, gracias a ellos, alegría, sorpresa, repugnancia, tristeza, ira y miedo, como se puede apreciar en la imagen.

En caso de que el escepticismo aún siga en pie, tal vez T-Rot sea un buen aliciente para dejarlo caer. Este compañero metálico es un "barman" coreano capaz de entablar conversaciones con los clientes y traerles bebidas, cosa que logran gracias a los sensores de sus manos, que permiten determinar el peso del elemento que poseen para así aplicar la fuerza adecuada.

En definitiva, tal vez sea conveniente que hagamos una reflexión acerca de la situación en la que estamos y la coincidencia que existe con la descrita en las obras de aquellos escritores con mentes preclaras, donde describían un futuro muy similar al presente que hoy vivimos o a un futuro próximo, y que tan duramente fueron criticados en su tiempo.

Solo nos cabe desear que nuestra historia no acabe como sucede en estos guiones futuristas como son "El Planeta de los Simios", "Yo Robot" o muchas otras narraciones y filmaciones futuristas donde, por desgracia, el ser humano acaba o bien extinguido por luchas internas, donde juegan un gran papel los avances tecnológicos o bien bajo el dominio de los sofisticados seres mecánicos que tanto nos esforzamos en crear y que una vez perfeccionados y dotados de grandes cualidades, conseguidas con la perseverancia de nuestra raza, como la inteligencia, los hacemos capaces de razonar por si mismos, e incluso les ofrecemos una clara superioridad a nosotros. Es entonces cuando muestran la gran lección aprendida de nosotros, sus creadores, que siempre quisimos imponer nuestra superioridad a todo aquel que, por cualquier tipo de desventaja no consiguiera hacernos frente y que, por una vez, seríamos los perjudicados, soportando la dulce venganza de la naturaleza, aplicándola mediante las frías y metálicas manos de nuestras propias creaciones.

sábado, diciembre 03, 2005

Tormenta "Delta" en Canarias


Como habitante de estas nuestras islas "afortunadas", no tengo más opción que redactar un breve comentario acerca de esta devastadora tormenta que ha azotado nuesto archipiélago en esta última semana y que ha causado importantes destrozos materiales, y que por suerte, solamente se ha cobrado 7 vidas, que podrían haber sido muchas más.

Los canarios estamos acostumbrados a estas alertas sobre temporales, que al final resultan no ser de mayor peligro, por lo que muchos ponemos poco énfasis en dichos avisos y rara vez actuamos según se nos recomienda; pero esta vez, por desgracia, lo anunciado adquirió completa veracidad y pruebas suficientes de ello son los numerosos destrozos causados en las islas, sobre todo en la isla que guarda a nuestro preciado Teide, Tenerife, isla en la que desde mi naciemiento he residido y con la que "Achaman" centró su ira este pasado lunes.

Cabe resaltar la vertiginosa velocidad con la que el viento, producido por esta tormenta de nombre griego, llegó a azotar algunas zonas de nuestro archipiélago, llegando incluso a los 230 Km/h.

Pero el mayor daño causado por esta tormenta tropical, no fue el provocado directamente por sus feroces vientos, en absoluto. Fue una consecuencia indirecta de la tormenta, pero que causó mayor temor y desesperación que la misma, y esta consecuencia fue el corte del suministro eléctrico en toda la isla de "Achinech".

En nuestra vida cotidiana es indispensable el suministro de corriente eléctrica, y a un gran número de canarios, tras este suceso, nos ha demostrado la verdadera magnitud e importancia que posee. El simple hecho de no poder encender la luz cuando despertamos es motivo suficiente para la depresión de muchos, pero esta depresión se ve acentuada constantemente a lo largo del día. Primero, al intentar tomar el desayuno, ir a la nevera y no notar diferencia alguna entre los alimentos y la temperatura ambiente, y después, al intentar calentar dichos alimentos y corroborar, con una desagradable sensación de impotencia, la avería generalizada que se ha producido, y que se hace notar en la vitrocerámica y en el microondas. Tras el sentimiento nauseabundo que esto supone, el ir en busca del televisor para olvidar nuestros pesares nos recuerda, por si ya se nos había olvidado, la total dependencia que tenemos de la electricidad. Pero ingenuos, tras dedicar unos minutos de reflexión a toda la genealogía de los encargados de la central eléctrica, como ausentes, nos encaminamos, desesperados hacia el ordenador, hasta que, al llegar a él, comenzamos por fín, a asimilar nuestra esclavitud. Inquietos, desesperados y sofocados, tras este cúmulo de despropósitos, buscamos la relajación en un buen baño, que nos haga olvidar por un momento el estado en el que nos encontramos, pero es entonces, cuando notamos el definitivo golpe, el que hace que se nos ciegue la visión y que se nos termine el raciocinio, el golpe más duro y a la vez el más simple, que no es otro que la suave caída de la gélida agua por nuestro cuerpo debido a la inutilidad de nuestro termo eléctrico.